Una cosa está clara.
En los negocios y en la vida.
Cuando nacemos, dependemos de un cuidado continuo de nuestros mayores.
Somos muy frágiles.
Hasta aquí, todos conformes.
Y a medida que nos desarrollamos, vamos adquiriendo habilidades que nos hacen menos frágiles.
Según van creciendo nuestros hijos debemos introducir elementos para que sean cada vez menos frágiles.
Si no haces eso, eres un padre tombolero.
Es lo que hay.
Pero no puedes soltarlo solo en medio del bosque.
Antes de hacerlo debe saber en lo más profundo de su ser, que le quieres. Y que si le pasa algo, tú estarás ahí, para protegerlo en la medida de lo posible y con todas tus fuerzas.
De esta forma los pequeños se van volviendo antifrágiles.
Bien.
Si lo trasladas a los negocios casi todo el mundo monta negocios frágiles.
Muy. Y en vez de hacerlos fuertes, los hace más frágiles con el tiempo.
Y eso se debe principalmente a la enorme dependencia de elementos que ellos jamás podrán controlar.
Hacer un negocio antifrágil fue mi obsesión desde que empecé en todo esto.
¿inmortal?
No, por favor.
Qué horror.
Yo quiero morirme precisamente porque no quiero y no estaré aquí para verlo.
Pero de lo que no me cabe ninguna duda, es de que un negocio debe ser antifragil.
Como la autoestima de toda persona.
Bueno, no sé si se me está entendiendo o no, tengo mucha prisa hoy, salgo en 3 minutos y he tenido que poner esto así, según venía.
En todo caso, en mi libro te muestro lo que es un negocio antifragil.
Te lo muestro con calma.
Deberías sacar un millón de ideas de ahí.
En serio.
Escribo proque me gusta ganar dinero. El libro.