El otro día recibí (todavía recibo de estos emails alguna vez) un correo de un tipo.
¿Qué decía?
Que NECESITABA un corrector de textos.
Que así no iba dar una imagen profesional y que cómo lo hacíamos.
También me dijo que se consideraba una persona muy humilde pero que mi imagen quedaba muy mal así y me lo tenía que decir.
Y si, una vez que tenía claro que tenía un problema (me mandó 20 capturas de pantallas con mis fallos ortográficos), si le contrataba o si prefería intercambiar favores o servicios.
No especificó qué favores.
Oh
Bien.
Me fascina esta gente. Me fascina.
No me molesto en responderla porque no se puede ir así por la vida.
Habrá alguno que piense que me falta humildad o algo así.
Pero la falta de humildad es, entre otras cosas, NO investigar lo más mínimo lo que dices y a quién se lo dices. Si vas a decirle a alguien que NO sabe hacer algo y que te NECESITA, ten la humildad de saber lo que dices y a quién.
No nos hagas perder el tiempo con tus gilipolleces.
La humildad no es decir que eres humilde.
La humildad es querer aprender de los demás.
Es SABER que tienes mucho que aprender de los demás y que uno es un completo ignorante.
La humildad son muchas cosas pero ninguna de ellas es decirme a mí cómo cojones tengo que escribir.
¿No entiendes que es ridículo?
Por mal que te parezca que escriba.
Es ridículo. Membrillo.
Supongo que mucha gente interpretará que es arrogante.
Pero arrogante es lo otro.
Y es por eso que mi libro es solo para gente inteligente que sabe leer entre líneas.
Escribo porque me gusta ganar dinero. El libro.