Los nómadas digitales que viajamos lo menos posible y odiamos dormir en camas que no sean las nuestras, tenemos otra cosa en común.
Alquilamos los pisos en bloques donde solo hay gente mayor. El más joven, que tenga unos 70 si puede ser.
Esto tiene mucho que ver con vender online.
Mira.
Hace tres años, estaba viendo un piso que parecía perfecto.
Y al tipo de la inmobiliaria, que tenía toda la pinta de estar en algún grupo “privado” de facebook para agentes inmobiliarios que no saben vender pero se dan ánimos, no se le ocurre otra cosa que decirme:
“En este bloque vive mucha gente joven y es muy maja. Se llevan todos súper bien”.
A ver, yo siempre he sido un viejo prematuro. Soy un tío aburridísimo.
No me gusta la gente joven porque se emborrachan, ponen la música alta y discuten por ver quien es más tonto en twitter.
Y lo peor, hacen fiestas. No me gustan las fiestas ni las reuniones de más de dos personas.
Pensar vivir en un bloque de “gente joven y muy maja” es como si me pidieran que utilizara plantillas para ser copywriter.
Una manera de desperdiciar mi vida, mi negocio y mi tiempo.
Bien.
El caso es que vivo en un bloque donde todo el mundo es muy mayor.
Y me miran raro.
Soy el calvo que lleva a su hija al cole cada mañana.
Que la recoje, que baja a las once a comprar un zumo, que se larga con las pesas rusas a las cuatro de la tarde a la playa, en fin, que no hace nada.
No trabaja.
No tiene horarios.
No tiene responsabilidades, nada. Solo pasea y da los buenos días.
¿Cómo le puedo contar a una adorable abuela de 80 años que me dedico a escribir cosas por internet, para que la gente lea y compre?
¿Qué sí trabajo?
No se lo creen. Piensan que soy un tarado con paga o un traficante.
Pero no tiene nada que ver con eso.
Tiene que ver con esto:
Isra Bravo