Esta mañana he recibio un email del ingeniero de sonido Paul Cano.
Lleva por aquí la tira de tiempo…
y, por razones que no vienen al caso, me ha pasado la web de un coach.
Un hombre.
El tipo decía que era Neurocoach.
Muy bien.
Nada en contra.
Pero muchas veces no profundizamos demasiado.
Hace unos tres o cuatro años, más o menos, empecé a ver en muchos sitios el tema de poner el neuro delante de lo que sea que se haga.
Neuromarketing
Neurocopywriting
Neurofontanero
Neuromamporrero.
Y así.
Bueno.
Mira.
Tengo un amigo que tiene un perro y un hijo.
Amigo, perro, hijo.
El perro siempre está en una finca porque la mujer de mi amigo no lo quiere en casa.
Al perro.
Al marido, de momento, le deja estar.
Y un día pilló garrapatas.
El perro, digo.
Se pusieron tan gordas que las podías ver palpitar encima.
Mucho asco.
Quizá le pasó eso porque solo era un perro y no era un neuroperro.
No sé.
Total, un día mi amigo se llevó el perro a casa y la mujer cuando los vio entrar casi se divorcia.
En un descuido del matrimonio, el perro se subió al sillón del salón a jugar con el hijo, que tenía entonces 3 años.
Se empezaron a revolcar y reventó varias garrapatas.
Así que fue dejando charquitos de sangre por el sillón.
El niño y el perro jugaban juntos. Se revolcaban entre sangre de garrapatas y babas de perro.
Al entrar la madre en el salón te puedes imaginar la nueromovida que tuvieron.
También fue mala suerte. Cuando entró, el niño estaba justo apoyando la oreja en uno de los charquitos de sangre de garrapata.
Lo mismo le tenía que hacer un Van Gogh.
Ya estaba viendo los titulares:
“El neuroniño de una sola neuroreja por culpa de una garrapata”.
En fin, para los pocos que han entendido este email tengo un curso de copywriting y una lección de garrapatas que no es nada neuro.
Pero para vender es efectiva de pelotas.
Neuropelotas, mejor.
Isra Bravo