Era para vender móviles.
Un distribuidor de Amena.
Creo que Amena desapareció y luego volvió a salir. Tampoco estoy muy seguro.
Por aquel entonces hice una entrevista y me dijeron que empezaba al día siguiente.
Era uno de esos trabajos en los que si no pegabas al tío que te hacía la entrevista tenías el puesto.
Era tipo “se buscan comerciales de 20 a 35 años. No importa experiencia. Formación a cargo de la empresa. Grandes comisiones y posibilidad de promoción”.
Jajajjaj
El caso es que, en mi primer día de trabajo, estaba allí, preguntándome si no era capaz de hacer algo mejor con mi vida.
Llegó el jefe de grupo y empezó a dar voces…
-¡Vamos a salir ahí fuera y vamos a vender! ¡¿Verdad?!
Y los 20 pardillos que estaban en la sala respondieron a la vez
¡Verdad!
-¡No volveremos sin venderlo todo! ¡¿Verdad?!
¡Verdad!
-¡Nada nos podrá parar! ¡¿Verdad?!
¡Verdad!
-¡¡¡Vamos!!!
Y el telepredicador jefe de grupo empezó a dar palmadas y saltos contagiando al resto.
Entraron en trance.
Nunca había visto algo así en directo. Pensé que era cosa de las pelis.
Los comerciales salían a la calle como motos. Lo hacían todas la mañanas.
¿Y sabes qué?
Duré un día.
No me sentí cómodo con aquel circo y tampoco vendí nada. Así que lo dejé el mismo día que entré.
Pero gracias a ese trabajo conocí a un tipo que me llevó a Jazztel. Ahí era otra cosa. No hacían esa reuniones y se podría ganar dinero de verdad.
Y aprendí algo, que explico en la página 51 módulo IV de Copywriting para atrevidos, que me hizo vender más que ningún otro compañero.
Y que cualquiera puede aplicar a su negocio para que jamás le falten clientes.
Es lo más importante que puedes hacer por tu negocio. Lo MÁS importante.
Otra cosa… NO tienes que ser comercial. Para nada.
¿Qué necesitas?
Un poco de personalidad y una cabeza algo amueblada (no hace falta demasiado tampoco).
Para más información, aquí:
Isra Bravo