Los abuelos suelen mirar obras
y las abuelas suelen mirar si comemos bien.
Eso lo sabe todo el mundo.
¿Y qué pasa?
Pues que la gente que empieza a mirar antes de jubilarse gana dinero.
Si miras con atención qué quiere tu cliente potencial, es posible que ganes dinero.
Pero si no le miras, es seguro que no lo ganas.
Mira.
Cuando andaba por los 9 años tenía un compañero en clase al que le llamaban el putrefacto.
Vaya apodo.
El putrefacto.
El padrino, no.
El putrefacto.
La verdad es que el chaval era raro y no parecía muy listo, pero putrefacto tampoco tenía pinta.
Raro y pocolisto, sí, pero putrefacto, no.
Un día le ataron a unas espalderas de esas donde la gente deportiva hace deporte.
Y le empezaron a pegar puñetazos en el estómago.
Por lo menos 10. Uno detrás de otro.
Yo no le pegué porque no me gustan las espalderas.
Pero fui a desatarle con otro compañero.
¿Y qué paso?
Pues en vez de darnos las gracias, se unió a otros cuantos para pegarnos.
Son cosas de niños, niños un poco hijos de puta, eso sí.
El caso es que una vez pasó todo ese jaleo el profesor nos reunió a todos y me preguntó que si perdonaba al putrefacto.
Le dije que no.
Me dijo que si no le daba la mano me castigarían, por rencoroso.
Me castigaron.
Al putrefacto no, a mí.
Vaya plan.
Entonces, la conclusión es clara.
Nunca te fíes de alguien al que llaman putrefacto.
Si te cruzas con un putrefacto, no le desates.
Y que las apariencias engañan. Eso también lo sabe todo el mundo y se aprende desde pequeño.
El cuento del lobo, ya sabes.
El débil, cuando es noble, puede ser un hombrecito algún día, pero el que además de débil, es cobarde, pues está jodido.
Y los que están a su alrededor, más jodidos.
Y en ese email hay una lección de ventas que con otras palabras que nada tiene que ver, enseño en mi curso de copywriting.
Concretamente en el módulo IV. Va de crear visiones y emociones.
Si tú no lo tienes y quieres aprender a vender encadenando una palabra con otra, es aquí:
Isra Bravo