23 minutos de una conversación que lo cambiará todo.

Esta mañana he tomado café en un lugar perdido de la costa del sol, con una persona.

Una persona bastante conocida que por discreción, prefiero dejar ahí, «una persona»



A ver, haber, haver… 

No pretendo ir de misterioso, pero lo importante no es quién sea la persona. 

Lo importante es lo que esa persona y yo nos hemos aportado. 



Por un lado yo le he hablado de la estrategia que haría en su caso y él me ha hablado de la que haría en el mío. 


¿Y?

Pues que a determinada gente hay que escucharla. Por si acaso. 

Lo mismo saben algo que tú no sabes. 

O ven cosas que no has sido capaz de ver. 

El tipo me ha contado en 23 minutos lo que haría con mi avión.

Sin duda he logrado que despegue y esté en el aire. 

Ahora tengo que dejarlo planear.  



¿Y por qué tienen mucho valor sus palabras para mí?

Porque él tiene un avión más grande que el mío. 

Lo pillas. Seguro que lo pillas. 



Si el tío fuera en bicicleta, le diera miedo volar y me dijera como tengo que llevar mi avión, no le haría caso. 

Pero si el tío que me dice cómo llevar un avión, lleva un avión más grande y antiguo que el mío, le escucho con muchísima atención. 

Ahora sí, lo pillas. 



Dicho esto,

Es muy poco probable que tú y yo tomemos nunca café, cerveza o cualquier otra cosa. 

Imposible, no. 

Muy poco probable. 



Si tuviera que reunirme con todos los que me piden una cerveza habría muerto de cirrosis hace 4 años. 

No es nada personal, pero prefiero no morirme, de momento. 



Bien. 

Una de las cosas que yo le he aportado a él, es algo que explico a partir del capítulo 4 de mi libro «Escribo porque me gusta ganar dinero». 



A él le conté su ángulo concreto (le ha parecido cojonudo), pero la visión general de lo que cuento ahí, seguro que te vale. 

Al menos si te interesa ganar dinero.  

Que tampoco lo sé.

Escribo porque me gusta ganar dinero.