Dentro de un rato estaré dando una charla para mujeres.
No sé que contaré.
La idea si la tengo, pero nada más.
Nunca llevo las presentaciones preparadas.
Nada de power point.
Es mejor hablar y equivocarse, no vaya a ser que el de enfrente me confunda con un marciano dando botones y repitiendo cosas que salen en una pantalla de colorines y graficos y cosas antinaturaleza humana.
La escena siempre se repite.
-Hola Isra Bravo, ¿nos puedes facilitar la presentación para tener todo listo en la sala?
-No llevo nada.
Entonces al otro lado del email escucho el alivio de menos trabajo, menos estrés.
Bien.
La organización de este evento me ha pedido que hable de cómo gano dinero.
¿Sabes en qué les voy a insistir mucho?
En lo mucho que deben insistir.
En la arrolladora fuerza de la repetición.
Esto es así de simple pero hay gente que no repite lo suficiente.
Entonces algunas personas me dicen…
-Isra, es que no vendo.
-Pues entonces tienes que insistir más.
-Para para qué, si no vendo.
-Porque si no vendes no es porque insistas, es porque insistes mal. Lo que tienes que hacer es aprender a vender, no dejar de insistir. No es lo mismo. Ojo con eso.
Mira.
Hay gente que se cree tan importante que no quiere comunicarse todos los días con su lista de suscriptores por si les satura.
Como si la gente no tuviera otra cosa que hacer que estar pendiente de ti.
Puta madre, recibimos miles de impactos publicitarios al día.
Tú escóndete para no molestar, verás que bien.
O acuérdate de la gente solo para hacer un lanzamiento.
Verás que bien también.
O mejor todavía, les vendes basura a precio desorbitado para destrozar tu audiencia cada vez que hagas un lanzamiento.
A ver, sentido común.
En serio.
Con un poco de sentido común y un poco de saber vender lo que sea que tengas que vender, ya tienes un negocio más rentable que el 99,9% de los que te cruzas.
Incluido el de los que hacen más ruido.
Bueno, no me enrollo, si necesita ayuda mira aquí:
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