Hace unas tres semanas, Rebeca, una chica que compró Copywriting para atrevidos y está al frente de www.missclov .com
…me mandó un mail donde me contó una pequeña discusión con una aburrida que rondaba por twitter.
Rebeca se dedica a la asesoría de imagen y bueno, puso algo así como un pequeño esquema con varios puntos y dos de ellos decían:
-Cómo aprender a disimular nuestros defectos.
-Cómo potenciar nuestras virtudes.
La aburrida le respondió, de muy malas maneras, que ninguna mujer tiene defectos, que «todas son preciosas y únicas«, y que decir eso… “no era nada profesional”.
A lo que Rebeca le respondió que si no hay defectos, difícilmente hay virtudes.
Pues claro.
Hay buenos hay malos.
Hay gente brillante e inútiles.
Los hay altos y bajos.
Gordos y flacos.
Feos y guapos.
Trabajadores y vagos.
¿Qué problema hay?
No sé, como ahora se quiere aprobar a los chavales estudien o no, para no traumatizar a ninguno, pues supongo que no se puede decir que los defectos existen.
Mejor todos tontos. Todos sin sangre. Todos sin ambición. Todos blandos. Todos iguales. Todos pobres. Todos plantillas.
Uff…
Buenísmo de guardería. Qué pereza da la gente que siempre tiene un argumento moral del todo a 100 para corregir a los demás…
Pues claro que hay defectos. Y hay esfuerzo. Y determinación. Y ganas. Y decirle a la gente, “hagas lo que hagas el resultado es el mismo” es una forma de tortura.
Es atroz.
Es terriblemente insolidario.
Los defectos no son para reírse de nadie, son para aprender. Si los niegas, ¿cómo aprovecharlos?
Es más, los defectos son una poderosa arma de ventas. Pero muy potente.
Si sabes cómo utilizarla, claro.
Si eres perfecto, pues mira que suerte tienes.
Ahora, si no lo eres y lo que quieres es aprender copywriting, lo mismo esto te interesa:
Isra Bravo