Mira.
Resulta que mi padre estuvo de legionario en Ceuta.
Y allí, en Ceuta, se hizo muy amigo de un valenciano.
Pellicer.
Así les conocía todo el mundo. Por sus apellidos. Bravo y Pellicer.
Bien.
Pues había uno se llamaba Suárez, que se quería hacer su amigo. Mi padre y su amigo valenciano eran espabilados.
Suárez era pardillo.
Hasta aquí, todos de acuerdo.
Suárez recibía todos los meses un paquete que le mandaba su madre con buena comida, bebida y tabaco.
Anchoas, vino, queso, en fin, ya sabes. Te hablo de hace muchos años, cuando no había instagram para hacer fotos a la cena como si fuéramos importantes o algo.
Suárez, además de pardillo, tenía un sueño: entrar en la Escuadra de Gastadores.
Y mi padre y Pellicer le decía todos los meses, sin excepción, que ya estaba a punto de entrar.
Siembre lo mismo…
“Estamos hablando con la gente de mando para que dentro de poco entres en la escuadra de gastadores. Ten paciencia, Suárez”.
Los gastadores son los que marchaban en primera fila. Los que mejor desfilan y tienen mejor presencia. Todos allí soñaban con desfilar en primera fila.
Pero claro, ni mi padre ni Pellicer conocían a nadie. Eran igual de desgraciados que Suárez pero en espabilados.
Y le contaban la misma historia todos los meses para que compartiera lo que le mandaba su madre.
Una vez que se habían acabado el paquete, le volvían a ignorar hasta el siguiente envío.
Y así una y otra vez. Un mes tras otro.
Pues eso.
En este circo del marketing online hay profesión nueva todos los meses.
Y si el nombre es en inglés, mejor.
Ahora, de aprender algo en profundidad, utilizando nuestra cabeza y no la del vecino, de eso menos, que cansa.
Mejor éxito rápido y en piloto automático.
Un funnel fluorescente en un rato con unas plantillas y a vivir que son dos días.
Espabilados, unos pocos, pardillos, unos muchos.
Bueno, demasiado valor por hoy.
Las lecciones de pago, aquí:
Isra Bravo