Hay algunas razones de peso por las cuales la gente no se debería fiar de ningún vendedor, y aún así, comprar.
Inevitablemente, vamos a seguir comprando después de todo.
A ver, mi opinión no solicitada sobre el tema.
Hablemos de los incentivos.
El ser humano es muy receptivo al incentivo. Es más, dicen que el ser humano tiene maneras de incentivarse mucho más complicadas que el resto de los seres vivos.
Bien.
¿Y qué pasa con eso?
Pues que esos incentivos hacen que distorsionemos la realidad y la amoldemos a lo que nosotros queremos.
Un ejemplo fácil: El vendedor.
El incentivo de la venta. Del dinero. Del poder.
Normalmente, un vendedor está convencido de que su producto/servicio mejora la calidad de vida de las personas.
O sea, que eso condiciona su comportamiento y percepción a la hora de venderlo.
Puede que su producto sea una monumental castaña, pero el vendedor suele (y debe) estar convencido de que lo que vende, mejora la vida del que lo compra.
Así que la mayoría de la gente que vende cosas, a no ser que sea un estafador consciente de la estafa, está convencida de que lo que hace es bueno para su potencial cliente.
Este es un pensamiento optimista, pues según veo las cosas, casi nadie trata de engañar a los demás cuando vende, al contrario, simplemente ellos están convencidos.
Algunas veces lo que se vende es mejor, otras peor, pero no está en la idea general engañar, normalmente.
No hay maldad, por resumirlo.
Insisto, normalmente.
Yo estoy convencido de que mis formaciones son buenas, pero que yo esté convencido no significa que lo sean, y que no lo sean no significa que yo trate de engañarte.
Bueno, vaya lío.
Si quieres aprender copywriting tengo un curso.
Para mí es bueno, pero mi percepción no sirve de nada porque está distorsionada por el incentivo, y yo lo que quiero es que lo compres.
Ahora, si quieres que tu potencial cliente también quiera comprarte, lo mismo te interesa.
Isra Bravo