Uno de los consejos más tontos que nos dieron en el colegio, y mira que me dieron un montón de consejos tontos, fue el de…
“Tenéis que intentar ser naturales”.
Oh.
Entonces se ponía muy serio el profesor y nos decía,
“Tenéis que intentar ser naturales”.
Pues, no sé.
No me parece muy natural intentar ser natural.
Si te esfuerzas por ser natural, pues muy natural no puedes ser, ¿no?
Eres natural o intentas ser natural, pero ambas cosas, pues no es posible.
Ponerte a sonreír y ganar el concurso de poesía en tu pueblo y ser “proactivo” y vivir al límite como si cada día fuera el último y hacer 300 abdominales antes de desayunar, pues lo mismo no es ser muy natural.
Ojo, que no lo sé.
Y esto te lo comento porque una vez le preguntaron al copywriter alemán, Siegfried Vögele, que cuándo se debían personalizar las cartas que le mandamos a los clientes.
Entonces dijo muy serio…
“Pues cuando sepas de verdad el nombre de a quién se las mandas.
Cuando sea natural”.
Solo le falto añadir, “cojones, que mira que esto es sencillo de entender”, pero eso no lo dijo, solo lo pensó.
Bueno, la falta de naturalidad es tan habitual en las páginas de venta que a más esfuerzo por pretender ser natural…
más raro.
Y a más y más “naturalidad”
más y más raro.
Y más ruido.
Y menos conversiones
Y más sensación de esto no funciona.
Y ahora haré esto y luego esto otro…
Y me desespero y no me recupero y ya lo decía mi madre que la solución es una oposición.
Bien.
Para los que buscan ayuda para redactar sus importantes páginas de venta, sin preocuparse de nada más que de vender más y de aparentar menos, aquí:
Isra Bravo