El otro día vi un vídeo.
Era un vídeo muy raro, y te digo una cosa, hay una gran lección para vender online.
Mira.
Había mujeres y hombres y viceberzas.
Llevaban gafas de sol.
Chocaban sus manos. Saltaban. Se ponían en círculos con los brazos sobre los hombros de la persona que tenían al lado. Hacían trenecito y se tocaban las piernas.
Se abrazaban. Algunos lloraban. (Nada de esto son exageraciones mías, es real).
Era todo tan extraño que tenía que mirar con los dedos sobre los ojos, como cuando de crío veía una peli de miedo pensado que en cualquier momento el monstruo saldría de debajo de la cama.
¿De qué iba este video?
¿Una reunión de una secta satánica?
¿Un telepredicador que promete el cielo a los primeros 50 que le compren su DVD?
¿Comunistas celebrando una mariscada?
Nada de eso… el vídeo era una reunión de emprendedores. Una reunión de gente que ha montado negocios y que hace “networking” y buscan una «energía increíble».
Madre mía. Me quedé acojonado.
Yo voy a una reunión de esas y cuando entro veo gente saltando con gafas de sol, abrazada y lo primero que busco es al camello para felicitarle.
¿La lección?
Simple.
Ceguera colectiva. Es algo que está estudiado. Son grupos de personas cometiendo una y otra vez los mismos errores convencidos de que esta vez no es un error, porque un montón de gente está haciendo lo mismo.
No hace falta estudiar psicología para entender este fenómeno. Pasa constantemente.
La mayoría de la gente está en el grupo de los ciegos que se abrazan unos a otros. Esto funciona así y seguirá funcionando así mientras el mundo sea mundo.
Alguien tiene que pagar la fiesta, ¿no? Pues eso.
Nadie puede cambiar este fenómeno. Es la naturaleza humana.
Por otro lado hay un grupo de gente, mucho más minoritario, que son los que utilizan su propia cabeza, observan, aprenden, implementan y venden.
Esto es mucho más sencillo de lo que parece, y ahí está su grandeza. Es tan simple que la gente lo complica todo.
Yo enseño a los segundos. Los primeros me dan pereza.
Por cierto, este es el último mes que el curso conserva su precio actual y se mantiene el regalo. Después, será tarde:
Isra Bravo