Esto es interesante.
¿Alguna vez has visto un yonki? Seguro que sí.
Cuando tenía 15 años me juntaba con un grupo de yonkis que me doblaban la edad. Literal. Tenían de 30 para arriba.
Me juntaba con ellos porque me gustaba tocar la guitarra y ellos tenían un grupo de Rock. A mí me daba igual que fueran yonkis o no. Me trataban bien, no me ofrecían nada y además me dejaban tocar en el grupo.
Como buenos yonkis siempre faltaba alguno al ensayo. O era el batería, o el bajista o el de la guitarra. Así que cada día iba al local de ensayo y tocaba un instrumento u otro.
Ahora es cuando piensas que soy un talento musical. Pues no. Soy un zoquete con menos oído que las tortugas de mi hija. Pero me gusta mucho tocar música y no me importan los vicios de los demás.
Todo esto te lo cuento porque entonces vivía en un pueblo pequeño y al verme siempre con esa panda pues se dispararon los rumores.
Así que yo también era un yonki, un borracho y un loco. No era nada de eso, claro. Pero da igual.
¿Pero sabes qué?
Que gracias a eso también me hice algo popular.
Mucha gente decía cosas feas de mí, pero también había chicas que se sentían atraídas porque tenía un aire rebelde. Malo. Prohibido. Peligroso.
Algunos chicos también se sentían atraídos. Disfruté de aquello. Lo potencié.
Bien.
Una de las cosas en las que un montón de negocios fallan es en ofrecer demasiadas cosas. Y claro, al final no sabes a quien le escribes.
Como cuando iba al local de ensayo que no sabía si ese día sería el guitarra, el bajista, el batería o el que lleva el botijo.
Por eso en mi curso vemos cómo definir a tu cliente ideal.
Puede que te haga falta o puede que no.
También vemos lo que debes saber antes de escribir ni una sola palabra para que no pierdas el tiempo ni el dinero. (Entre un montón de cosas más).
Puede que te haga falta o puede que no.
Vamos, que te enseño cómo escribir para que tu cliente lea y compre. Esto también puede que te haga falta o puede que no.
Es algo que tendrás que valorar tú.
Isra Bravo