Una conversación de ventas en una terraza.

Ayer estaba en una terraza.

Hacía buen tiempo, disfrutada de una cerveza.

A mí lado había 2 chicas con 2 chicos.

Estaban teniendo una conversación de marketing y ventas.

Ellas parecían más listas que ellos.

Ellos hablaban mucho y estaban tratando de impresionarlas.

Ellas no parecían estarlo.

Eran, los 4, estudiantes de un máster de marketing.

Ellas, ellos.

 

 

Estaban entusiasmados con lo último que habían aprendido.

¿Y qué es lo último que habían aprendido?

Ellos se lo contaron a ellas.

“Es muy fácil, le tienes que decir a la gente,

¿Me das 30 segundos para que te haga una breve encuesta?

Entonces te dan su correo y luego les bombardeas a publicidad.

Y al final les ofreces el 10% de descuento”.

 

 

Esto fui literal.

Al principio pensé en hablarles de un viejo videoclub de mi barrio (luego te comento a qué me refiero).

Pero se me pasó rápido, la verdad.

Me parece ciencia ficción que la gente pague barbaridades de dinero porque les enseñen esas cosas.

Se fueron pronto.

 

 

Uno de los chicos abrió el maletero de su coche.

Era un BMW, de los caros.

No soy entendido en coches, pero sé que era de los caros.

No bajaría de los 50.000€.

El chaval rondaría los 25 años.

Desde luego vendiendo y viviendo no se ha pagado ese coche.

Se lo compraría su padre.

Yo no se lo habría comprado, pero no soy su padre.

Y no se lo habría comprado porque si le pago un máster de marketing y se entusiasma con una lección donde le enseñan a pedir 30 segundos para una encuesta y rematar con un descuento, habría entendido que debe seguir viajando en metro.

O andando.

 

 

Si esos 4 chicos hubieran visto la manera en la que atraían clientes en el videoclub de mi barrio habrían empezado a tener convulsiones de la impresión.

Eso sí que es crear una verdadera tensión de compra.

Eso sí que es profundizar en los impulsos que tenemos.

Si te interesa, hablo de ello aquí:

Masterclass anti viernes negro.

Isra Bravo

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*Copywriter Isra Bravo