Una cosa.
Rara.
Yo empecé a ganar dinero escribiendo cuando me di cuenta que no valía para escribir.
Mira.
Cuando era niño, de vez en cuando, fantaseaba con ser escritor.
A ver, no nos confundamos.
No gané ningún premio de poesía.
Ni un profesor me dijo que tenía más talento que Cervantes.
Ni era sensible, ni comestible.
Nada de eso.
Era un gordo pardillo que algunos días soñaba con ser boxeador,
otros días con ser jugador de la NBA,
otros días con ser más chulo que Travolta
y todas las noches con enamorar a las chicas más guapas de mi barrio.
Bien.
Pero con esto de escribir tenía una cierta presión, quería que la gente pensara que “era bueno”.
Que tenía talento. Don.
Entonces me fui haciendo mayor y descubrí que jamás sería Dostoievski, ni Hemingway, ni Miller, ni Capote, ni mi adorado Bukowski (el escritor que habría sido el mejor copywriter del mundo si hubiera sido copywriter) ni ninguno de los buenos, ya sabes.
Y eso, lejos de ser un problema… fue lo mejor que me pudo pasar.
Me alegró muchísimo.
No tenía nada que impresionar, nunca sería un genio. No había presión.
Era un ex-niño, ex-gordo y ex-pardillo. Nunca un genio.
Pero de todas formas, me apetecía mucho una cosa, mucho. Quería ganar dinero escribiendo.
Vivir de escribir. Tener hijos y decirles, “mirad a vuestro viejo, gana dinero escribiendo desde casa, aprended, pardillos”.
Y, entonces, escuché algo que se llamaba copywriting y joder, fue como encontrar 100 onzas de oro debajo de la almohada.
Me di cuenta de que se podía ganar mucho escribiendo mini relatos de 300 palabras. O sea, emails.
¿Cuánto es mucho?
Pues mira, no sé.
Para algunos será una cosa y para otros será otra. Depende de dónde amarres el barco.
Algunos se sacarán el salario mínimo y otros también se sacarán el salario mínimo, pero todos los días…
No es broma.
En fin, que lo mismo aprender email marketing te interesa:
Isra Bravo