El pasado 3 de enero mandé este email.
Era para vender la masterclass de storytelling que ahora estoy vendiendo de nuevo.
Y que sube de precio mañana domingo a las 23:59h.
Funcionó tanto este email que pensé que mi móvil estaba borracho.
En todo caso, copio y pego el email del día 3:
“Mira.
Una niña de mi colegio, Susana, era una chica gorda.
Mucho.
También era guapísima e inteligente, pero eso estaba enterrado para los exitosos y los cobardes y los hijos de puta.
Y un día a la salida del colegio, la madre de Susana, una descerebrada que no sabría reconocerse ni en un espejo, dijo algo que le pareció muy gracioso delante de los demás niños;
“Susana come tanto que hemos puesto un candado en la nevera”.
Entonces claro, eso le hizo mucha gracia a la madre y a los compañeros de Susana.
A Susana, no.
A los demás, sí.
A ella, no.
Y cuando miré a Susana sentí que me ardían las orejas, que es uno de mis síntomas físicos de la empatía y de encontrarnos en los escombros.
Bien.
Susana, en la actualidad, podría vender cualquier cosa utilizando el ángulo del viaje del villano.
¿Una historia de motivación de cómo perdió peso, si es que lo hizo?
No.
¿Una historia de sacrificio de cómo superar los obstáculos?
Tampoco.
¿Una historia de dar pena para hacer partícipes a los demás tristes?
En absoluto.
¿Una historia de aceptación y de te quieres cómo vengas?
Nada de eso.
Es más sencillo, es una historia de terror psicológico.
Es el viaje del villano.
Y es una forma tan salvaje de que la gente se asome al precipicio, que la mayoría no se atrevería a utilizarlo.
Ya sabes, los valores de colores, soy tan buena persona que floto y todo ese circo.
Bueno, para la gente con alma y con cicatrices y con sueños en el charco, empieza en el bloque III, justo en la página 17”.
Luego venía un enlace como este:
Masterclass storytelling
Como decía más arriba, estaba vendiendo la masterclass de storytelling.
Ahora también la vendo.
Masterclass.