Cualquiera que haya estado entre vendedores sabe que vender a un vendedor es fácil.
Normalmente, un vendedor cree que a él “no se la van a dar”, entonces baja la guardia, escuchan por cierta empatía y… se la dan.
Es lo que hay.
¿Por qué te cuento esto?
Porque el otro día me apunté a un webinar en la que vendían plantillas mágicas para tener clientes en piloto automático.
O sea, tú le compras las plantillas por 500€, perdón 497€, rellenas unos huecos que te dejan libres, las automatizas y los clientes se agolpan a las puertas de tu negocio.
Luego insistían en que… “vas a tener que trabajar duro”.
Si las plantillas son mágicas y voy a tener cola de clientes gracias a ellas, no sé porqué voy a tener que trabajar duro.
¿Entonces tengo que pensar o me lo dan hecho y solo tengo que editar huecos?
Bueno, es igual.
Uno de los asistentes se presentó como Pedro, vendedor de 48 años.
Y preguntó…
«Soy comercial y estoy quemado del trabajo. Gano buen sueldo, pero trabajo muchas horas, tengo mucha responsabilidad y veo que se me va la vida sin hacer algo que realmente me guste, con libertad de horarios y porque no decirlo, más dinero.
No domino internet pero tengo experiencia comercial, ¿es posible por mi perfil alcanzar mi sueño?
Muchas gracias».
A ver… hay buenos clientes, clientes ideales, y luego está Pedro.
Pedro va con la cartera en la mano pidiendo a gritos que se la cojan, y se la van a coger.
¿Hay algo que podamos hacer por Pedro?
¿Salvar al soldado Pedro?
Uff…. Al borde de los 50, con ahorros, quemado, viendo como gente con 10 o 20 años menos, a los que él consideraba más tontos y más vagos, están ganando mucho más que él, trabajando desde casa y haciendo lo que les da la gana…
Pedro tiene rabia. No lo dice, pero está ahí. Dentro.
Demasiadas emociones juntas… demasiada tensión no resuelta… necesita urgentemente unas plantillas mágicas que solucionen eso.
Ah, otra cosa, vendo un curso para aprender copywriting.
Para aprender, digo.
Isra Bravo