Había un señor que se llamaba Demóstenes. Griego.
No salgas corriendo que esto es bueno para la venta.
Este tipo estaba considerado un genio de la oratoria.
Pero genio, genio.
Entonces dice la leyenda que era tartamudo y que no sabía pronunciar la R.
Y que en sus primeros intentos de hablar en público, se burlaban de él.
Oh.
Pues eso no es buena cosa para ser un genio de la oratoria.
Tartamudear y que se burlen de ti.
Vaya plan.
Y la leyenda sigue contando que su entrenamiento era meterse piedras en la boca y un cuchillo entre los dientes para obligarse a hablar sin tartamudear.
¿Esto es cierto?
No lo podría confirmar, lo que me parece es una historia muy chula.
Vale, ¿entonces ahora viene la parte de nos podemos superar ante los obstáculos, reinventarte, ser libre y vive la vida de tus sueños aunque no sepas diferenciar una lavadora de un tractor?
Pues no, no viene esa parte.
Si no sabes diferencia una lavadora de un tractor no te compres un curso. Compra una lavadora y un tractor.
Lo que viene es la parte en la que nunca deberías preocuparte mucho de lo que te preocupa a ti si no de lo que le preocupa a los demás.
Porque si averiguas eso y lo solucionas, tú cada vez vas a tener menos preocupaciones, ya sabes.
Es lo que hay.
Y también viene que tan importante es lo que dices, qué cómo lo dices.
Entonces las palabras está ahí para todos, y yo puedo decir lo mismo y que suene distinto.
Y tú.
Y cualquiera.
Y por ejemplo, cuando hablamos de nuestra infancia hay ángulos que no venden nada y otros que provocan una conexión real. Y ventas.
Porque aprender a contar historias es una cosa y aprender a venderlas es otra.
Y de eso hablo en mi curso de email marketing.
Y el ángulo de la infancia te dará muchas claves para aplicar a tu negocio.
Si te interesa, es aquí,.
Isra Bravo