Esta historia sucedió tal como te la cuento y está el azul del cielo de testigo.
Mira.
Hace unos seis meses quedé con un tipo muy listo que se dedica a vivir de internet sin tener ni una página web.
Vende marketing online y tiene lista de espera.
Insisto, sin web.
Un jugón.
Y no vive un poco de internet, no. Vive un mucho.
Entonces quedamos para tomar un par de buenas cervezas y le vi con una guía de bolsillo de las páginas amarillas.
Me dijo que esa era su gran herramienta de trabajo.
Yo no entendía nada.
Y le pregunté…
-No entiendo, ¿qué hace un nómada digital 3.0 que transforma vidas a cada paso con unas páginas amarillas? ¿Qué hace un gurú que solo quiere “dinero feliz” con esa guía tan obsoleta?
Me miró, resopló y me respondió…
-Tío… precisamente por eso es una mina de oro. Todos los que se anuncian aquí, invierten dinero en publicidad. Y todos los que se anuncian aquí, lo pierden. Yo selecciono al que más dinero se haya gastado, al pardillo con el anuncio más grande. A por ese voy.
Bueno, la moraleja de esta historia es bastante obvia.
He pasado por cursos de venta de dos días en los que aprendes menos que de esa respuesta.
Otra cosa, hay algo que mucha gente hace cuando trata de vender, que inevitablemente, está mantando sus ventas.
Un error extraordinariamente habitual. Sobre todo en email marketing.
Lo veo todos los días y no puedo evitar preguntarme, ¿toda esta gente nunca ha tenido una pareja o les ha gustado alguien? ¿Y no han aprendido nada?
Es raro.
En todo caso, hablo de ello en profundidad en el Módulo I del curso de email marketing que sube bastante de precio en breve.
Yo lo aprendí de Mónica.
No es una lección para gente pusilánime, también es verdad.
Isra Bravo