Por mi trabajo estoy apuntado a 30 o 40 listas.
Lo primero que hago todas las mañanas, lo primero de todo, es abrir los correos. Entiendo que no debería hacer esto, pero de momento no puedo evitarlo.
Con esto del email marketing te pueden pasar varias cosas… que algunas personas te pongan por las nubes, que otras crean que eres un capullo, que a otras les caigas mejor que su mujer o que su marido, en fin, ya sabes.
Es lo que tiene hacer cosas con tus propias manos y exponerte. Aunque sea ante una audiencia muy pequeña.
Para mí leer mails es una parte divertida de mi trabajo porque casi todos me aburren. Vaya contradicción.
Pero una vez leí en un libro de Stephen King que eso le sucede a todo el mundo.
De vez en cuando nos gusta leer cosas muy malas para sentirnos mejor y confirmar que damos los pasos correctos. Se supone que cosas sobre nuestra profesión. O sea que somos un poco cabrones.
Nos gusta ver gente con talento, pero los torpes también nos hacen disfrutar. Cada uno a su manera.
Bien.
Me llegó un mail de un tío que en el asunto decía… “Quiero que sepas que para mí eres especial”. Y después ponía… «¿Cómo te encuentras?, ¿qué tal el fin de semana?«.
Oh madre, he tenido novias menos cariñosas que este ciber-vendedor amoroso.
Bueno, en realidad decía, «¿Cómo te encuentras, Paquito el chocolatero? ¿Qué tal el fin de semana?» Paquito el chocolatero es el nombre con el que me registro en las listas que no voy a comprar nada y solo quiero cotillear.
Este hombre vendía un curso de no sé qué para tener un montón de clientes. Por supuesto con sus lucecitas en modo casino, sus promesas de riqueza, su prueba social, en fin, ya sabes. El pack completo.
¿Has visto la peli del lobo de Wall Street?
Hay una escena genial que la podemos aplicar a muchos compradores de cursos. Hablo de los que compran de manera compulsiva. Muchos son adictos.
En una de las escenas, quizá la más famosa, un broker con experiencia, Matthew McConaughey, le dice al novato, Leonardo DiCarpio…
«Nosotros no creamos nada,
Si un cliente compró acciones a 8 dólares y ahora están a 16, él está feliz, cree que ha ganado mucha pasta y quiere vender.
Pero…
Tú no debes permitirlo.
Eso lo haría real.
Te tienes que inventar otro juego, otro rollo y que siga comprando y comprando creyendo que se hará rico, pero es todo mentira,
el único dinero real es el que nos llevamos nosotros de comisiones.
No puedes dejar que se baje de la noria.
Que gire y gire.
Ahí está la pasta. Sucede este siglo, sucedía en el siglo anterior y sucederá en todos los demás.»
Esto es evidente que es así. No hace falta que nos lo diga un farlopero de Wall Street que vende acciones.
Es muy parecido a lo que hacen muchos vendedores de cursillos de marketing online.
Te enseñan las últimas modas, los últimos trucos para que te hagas rico, pero en realidad no te están enseñando nada. La gente va pasando de un curso a otro creyendo que así ganará dinero, que se convertirá en un emprendedor de éxito.
De la última herramienta «imprescindible» a la última herramienta «irresistible». Y así.
Cuando te quieres dar cuenta has perdido 4.000€ y tienes menos ganas de emprender que un funcionario de la Junta de Andalucía.
En realidad es todo más simple. Si tienes un producto o servicio que vender te montas una web. Sencilla. Y escribes textos para que la gente lea y compre.
Isra Bravo