Algo que nos enseñó el gran Eugene Schwartz, hace más de 50 años, es que la fuerza de las ventas siempre viene del propio mercado.
No viene de tu carta de ventas, ni de tus emails, ni de nada que escribas o digas.
Tonterías.
Tus textos jamás podrán crear el deseo de un producto. Da igual lo bueno que seas, si no hay un deseo previo, no lo venderás.
¿Qué es lo que hace un buen copywriter?
Lo primero es callarse la boca y después escuchar, escuchar y escuchar.
(Es muy poco sexy lo sé, siento no poder “conquistar a tus clientes con textos que enamoran”).
Y después plasmar de manera extraordinariamente “agresiva” (la agresividad tiene muchas formas, el mundo está lleno de lobos con piel de cordero, no conviene olvidar eso) los miedos de la gente, sus sueños, sus esperanzas, sus ilusiones, sus deseos, sus vergüenzas…
Eso es lo que hace un buen copywriter y ese es su único secreto de ventas.
En resumen:
Si tienes un mercado hambriento y tus textos son malos o mediocres, venderás poco o nada. En todo caso, mucho menos de lo que podrías vender.
Si el mercado donde estés metido no está hambriento, no venderás, da igual como sean tus textos.
Eso es así de simple.
Por eso, la gente con una visión inteligente NO se obsesiona para nada con la competencia. Es más, la aman.
Hay competencia, hay hambre. Eso es lo único importante.
La gente con un enfoque inteligente se obsesiona por el cliente. Busca qué quiere su cliente y se lo da.
La pregunta es:
¿Vendes algo que la gente quiera? Si tienes un mercado hambriento, cómo alimentarlo lo enseño aquí:
Isra Bravo