Esto es una historia real.
Es cruda, incluso triste depende de cómo lo mires.
Allá va:
Uno de los clientes con los que llevo trabajando desde 2017 recibió hace unas semanas un mail que decía esto:
“Hola me llamo XXX
Acabo de terminar un curso de copywriting con XXX y uno de mis trabajos es ofrecer mis servicios de copywriting a webs que lo necesitan.
Supongo que te estarás preguntando qué es el copywriting, ¿verdad?
El copywriting es una técnica de escritura persuasiva para que la gente cuando visite tu página tome acción.
He revisado tu página y veo que podríamos hacer muchas de mejoras. Por suerte para ti, no te cobraré nada.
Así tu te beneficias del copywriting y yo practico.
¿Te interesa?
¡¡¡Gracias!!!”
Bien.
Este mail es tan cierto como que mi pequeña me llama barbasexy.
¿Lo gracioso?
Como decía, llevo trabajando con ese cliente desde el año 2017 y no fue capaz de ver el trabajo de copywriting que había detrás.
Ojo, no digo que no se pueda mejorar, no me creo tan importante, pero lo bueno es la frase:
«Supongo que te estarás preguntando qué es el copywriting, ¿verdad?»
Yo supuse que se lo estaría preguntando él, no mi cliente.
¿Por qué creo que pasó esto?
La web de mi cliente es “rara”.
No tiene iconos, ni decimos cosas tipo “Esto no es para ti si… tienes un primo que es concejal del ayuntamiento de Cuenca”. Nada de eso.
Tampoco pusimos fotos de mi cliente sonriendo con cara de “cambiavidas”, qué va, solo vendemos.
Y vendemos mucho. Mucho.
Utilizamos mucho texto, con letras pequeñas y otras más grandes, mezclamos vídeos, en definitiva, tiene una estética “deficiente” para la gente que no sabe vender online.
En mi opinión no solicitada de hoy, la gente no debería ir dando su opinión no solicitada a webs que no conoce.
Tampoco, por novato que uno sea, debería trabajar sin cobrar.
En fin, si quieres aprender copywriting y no jugar a las casitas, quizá esto te interese:
Isra Bravo