Se han hecho bastantes experimentos sobre la percepción de precios.
Sobre el valor de las cosas y esos temas.
A ver, la gente es capaz de ir a una tienda que esté 10 minutos andando a comprar la misma caja de cartones de leche si se ahorra 2€ sobre 10€.
Pero no iría 10 minutos andando si el ahorro de 2€ fuera sobre, no sé, una nevera que vale 500€, por ejemplo.
El ahorro es el mismo, pero la percepción, no.
No hace falta ser ingeniero para saber esto. Esto lo sabe todo el mundo.
Cuando Williams-Sonoma sacó al mercado las primeras máquinas panificadoras, vendieron muy pocas.
Un fracaso.
Después de mucho tiempo trabajando en ello, mucha gente implicada y todo ese rollo, pues nada. Que no se vende la panificadora.
¿Qué hicieron?
¿Un re-lanzamiento a lo Jeff Walker?
¿Bajar los precios?
¿Incluir muchos bonos irresistibles?
¿Decir que eran tus amigos imaginarios?
¿Crear un grupo de facebook de valor incalculable?
No, se reunieron y decidieron no cambiar el precio, no bajarlo en ningún caso.
Decidieron cambiar la percepción.
¿Cómo?
Muy fácil.
Sacaron una panificadora “de gama superior”.
Una panificadora de lujo.
Una panificadora que valía un 50% más que la que realmente querían vender.
¿Resultado?
Se dispararon las ventas de la panificadora que antes no se vendía.
Como este caso, miles, todos los días.
Sin embargo, muchos, cuando algo no se vende, bajan los precios.
Pues muy bien. Nada en contra.
Aunque en mi opinión no solicitada de hoy, no hay que bajar los precios, hay que alterar las emociones y las percepciones.
En mi curso de copywriting, si lo lees con detalle, vas a encontrar muchas formas de hacer esto.
En el curso no te enseño a competir por precio.
Porque para competir por precio no necesitas ningún curso.
Basta con estar dispuesto a tener un negocio que te queme y clientes que te quemen más.
A no ser que seas una multinacional y puedas negociar hasta con los gobiernos. En ese caso el rollito low cost está muy bien.
El curso es aquí:
Isra Bravo