Te voy a contar algo que si te interesa vender, lo que sea que vendas, es casi seguro una buena cosa.
Mira.
Una vez hicieron un experimento en una universidad yanki.
Entre aficionados al baloncesto.
Estos aficionados hacían grandes colas para pillar sus entradas. Pero hacer grandes colas, no garantizaba tener un asiento.
Finalmente hacían un sorteo entre los primeros en llegar.
Vale, aquí va lo que a nosotros nos interesa.
Mira con atención:
Los que NO consiguieron la entrada estarían dispuestos a comprarla por 150 dólares.
Los que SÍ consiguieron entrada no la venderían por menos de 1.800 dólares.
Lo cual nos demuestra algo que todos sabemos:
Nos preocupa mucho más lo que podríamos perder que lo que podríamos ganar.
Y nos dice otra cosa clave en la venta…
Nos enamoramos de NUESTRAS cosas, y lo que es peor si no sabes manejarlo… puedes cometer el error infantil de pensar que la gente ve las cosas, nuestras cosas, como las vemos nosotros.
Con el mismo valor.
Un ejemplo.
Cuando tú vas a comprar una casa, si hablas con el dueño, es casi seguro que estará “enamorado” de su propiedad.
Para él será una casa mucho mejor de lo que es en realidad.
Cada uno ve su casa, la casa que compró, la casa donde vio cómo su pequeña le hacía un dibujo de corazones, como un lugar mucho mejor de lo que es para el resto del mundo.
¿Es esto malo? ¿Es esto bueno?
Pues ni bueno ni malo, es y punto.
Estas son las reglas. Ese es el mundo real, eso es lo que hay que conocer.
“Enamora a tu cliente”, “Tengo más valores que Heidi”, “Me tomo cada proyecto como si fuera mío…”, “Sé libre pablito, que tú lo vales”.
Al infierno con eso.
Eso no le importa a nadie.
Lo que debemos tener claro, es que el dueño de su casa está enamorado de ella.
Y que a los seres humanos nos preocupa más lo que podemos perder que lo que podemos ganar.
Hasta aquí, todos de acuerdo.
Ahora, sabiendo eso, ¿cómo negocio? ¿Cómo vendo? ¿Cómo me vendo?
Bueno, esas lecciones son de pago.
Si te interesa, es aquí:
Isra Bravo