Mira, te voy a contar una cosa.
Cuando tenía 18 años andaba por ahí, con trabajos esporádicos, soñando con chicas. Lo normal.
También me gustaba tocar la guitarra, pero no tenía talento. No me ayudó a ligar.
Me pasaba noches enteras diseñando estrategias para gustar a las chicas. A cualquiera, daba igual. Yo solo quería no estar solo. Ya me entiendes.
Cuánto más me complicaba, menos ligaba. Pasa igual con todo.
Bien.
El caso es que tenía un par de amigos con los que perdía la tarde en un parque cerca de casa.
(Es que no había facebook. No podíamos perder el tiempo en grupos privados para hacer «networking». Por eso lo de ir a un parque.)
Total, casi todos mis amigos han sido siempre bastante más listos que yo. Esto no lo digo por quedar bien. Es la verdad.
Pero no todos, esta es otra verdad.
Pues estos dos amigos, uno era listo y el otro tonto.
El tonto era tan tonto que un día se bajó un helado y lo guardo en la guantera del Renault-5 antiguo que tenía el listo.
Cuando el listo le preguntó qué cojones hacía, el tonto le respondió muy serio,
-Es que no me apetece ahora.
-Se va a derretir, ¿cómo vas a dejar el helado en la guantera? Sácalo de ahí.
Lo sacó y lo subió a su casa.
Así de tonto era.
Pero ojo, le dejaban votar y no tenía paga.
O sea, que perfectamente podría escribir una mega guía definitiva sobre helados y guanteras.
O preparar un webinar gratuito lleno de contenido de valor sobre cómo mantener fresco un helado y que sea libre con ingresos pasivos. Lo que sea.
Bien.
Un día, el tonto le hizo la pregunta definitiva al listo.
-Oye, me gusta Elena, ¿qué debería hacer?
El listo le contó, con extraordinario acierto, lo que tenía que hacer.
Pero el tonto era muy tonto, y prefirió hacer sus cosas de tonto.
Jamás tuvo a Elena.
Bien.
Yo trabajé en Jazztel. Comercial. Hice lo que mi amigo listo le dijo a mi amigo tonto que hiciera para conquistar a Elena. Justo eso.
Lo utilicé para vender y ganar más dinero del que nunca había ganado antes.
En el curso te lo cuento para que lo apliques a lo que sea que quieras vender.
Da igual que seas hombre o mujer mientras no guardes los helados en la guantera.
Isra Bravo