Cuando tenía 9 años y era gordo como un naufrago que aterriza en los pasillos de helados del mercadona en vez de en una isla desierta, tenía un juego favorito.
¿Qué juego?
Mosca.
Mosca era un juego para descerebrados, que consistía en hacer dos filas de 5 o 6 chavales, unos enfrente de otros, uno pasaba por el medio y le caían un montón de collejas.
Pero un montón.
Dábamos con ganas.
El juego era muy simple, el que pasaba y recibía las collejas tenía que adivinar quién le había dado collejas.
A ver, dijera el que dijera siempre acertaba, porque le daban todos, y entonces elegía al que le tocaba pasar por el pasillo.
Y así.
Hasta que nos aburríamos de pegarnos con las manos y pasábamos a darnos balonazos.
Esto lo hacíamos mucho en nuestro colegio y es posible que nos haya afectado de mayores.
Las cabezas y eso.
Tampoco lo sé. Creo que sí.
Bien.
Mucha gente me dice que ha hecho muchos cursos que eran muy mediocres y muy caros. Y que les ha pasado muchas veces.
Que han pagado 1.000 o 2.000 o 3.000 por una formación y, realmente, aprender no han aprendido mucho.
Han pasado por el pasillo de la mosca. Esto es normal, casi todo el mundo pasa.
En cualquier caso, no puedo juzgar formaciones que no hice. Lo barato o caro no existe a partir del precio.
10 euros puede ser caro y 10.000 barato. Depende de lo que esa inversión haga por tu cabeza. Nada más que eso.
Y en mi boletín de junio que va junto al curso de email marketing, enseño un concepto de ventas que, en mi opinión no solicitada de hoy, justifica la inversión.
Solo ese concepto.
Pero claro, esto se manda bajo demanda.
Así que si crees que no tengo nada que enseñarte no lo compres.
Isra Bravo