Hablemos de publicidad subliminal.
Oh
En 1957 se proyectó en un teatro de EEUU una película, Picnic.
¿Y qué pasa?
Pues que un tal James Vicary, que se hizo famoso por eso que llamamos, por él, “publicidad subliminal”, hizo un experimento.
Colocó un invento en la proyección de la peli para que saltaran durante tres milésimas las frases “bebe coca cola”, “come palomitas”.
Esos mensajes era tan fugaces que no se veían y saltaban cada pocos segundos durante toda la proyección.
Él quería demostrar que los mensajes que se lanzan por debajo del nivel consciente, son la hostia de efectivos.
¿Cuál fue el resultado?
Aumentaron las ventas de la coca un 18% y de las palomitas un 57%
Madre mía qué cosas.
Qué emoción.
Qué emocionante es ser un ser humano terrícola subliminal.
Bien.
Aquí no acaba la historia.
Mira.
Aquello hizo que la gente se volviera loca, que se obsesionara con la “publicidad subliminal”, incluso que se la tuviera miedo.
La gente pensó cosas como que… “estaré viendo una película y me lanzarán mensajes subliminales para que mate a mis hijos”.
En serio, la gente pensó esas cosas. No les culpo ni digo que sean tontos, ojo.
Sé pensó en ese contexto, en ese momento.
Bueno, pero lo mejor viene ahora.
Unos años después, un tipo le dijo a Vicary: “oye, Vicary, hagamos otra vez el experimento, pero esta vez en un cine”.
Pongamos los mismos mensajes y que estén tres milésimas. Igual que antes. Todo igual. Qué emoción otra vez.
¿Resultado?
Nada, no se aumentó nada.
¿Qué pasó la primera vez?
Que según reconoció el propio Vicary se había inventado los resultados del primer experimento. No había pasado nada por poner palabras tres milésimas de segundo en la película.
Nada.
Nada de nada.
Pero para mucha gente, eso da igual. Eso no cambió. Seguían convencidos del enorme poder de la “publicidad subliminal”.
Se cree y punto.
-Oye, que dice Vicary que os tomó el pelo.
-Qué se joda Vicary, qué coño sabrá Vicary de publicidad subliminal.
Bueno.
La mejor publicidad es la que no parece publicidad. Eso está claro. Pero no es subliminal, es realmente efectiva.
Efectiva de verdad.
Radio, series de tv, tertulias…
Una serie de “humor” donde se ridiculiza a un empresario, (o se enturbian sus intenciones o sus valores) por serlo y ganar dinero, es mucho mejor publicidad, mucho más persuasivo, que Pablo Iglesias dando lecciones morales para parvularios desde Galapagar.
Mucho mejor.
Sabiendo esto, si necesitas ayuda para ponerlo por escrito, tengo un curso.
Quiero decir, es para aprender copywriting.
No hay que engañar a nadie, aunque no es una cuestión ética. Es que se vende mucho más diciendo la verdad. Pero hay que aprender cómo decirla, eso también es verdad.
Isra Bravo