Estoy en Bilbao. Ya no.

He pasado unos días en Bilbao reunido con asesores de todo tipo.

¿En Bilbao?

Sí, pero esa es otra historia.

El caso es que lo mismo una de las cosas que me pasó, te interesa.



Cuando me reúno con gente siempre dejo que el otro hable.

Siempre. 

No tengo el menor interés en escucharme a mí mismo. 

Sin embargo, tengo mucho interés en escuchar al otro. 

Ya sabes, soy muy egoísta y por eso dejo hablar a los demás. 

Escuchar te ahorrará horas de trabajo. 

Y tiempo. 

Y un gran montón de errores. 

y

y y

y y y

Quiero decir, errores siempre se cometen, pero solo con escuchar, se cometen muchos menos. 

Personales y profesionales. 

Digamos que para hacer un resumen rápido. 

Si escuchas serás menos idiota. 

Al menos, parecerás menos idiota. 



Pues una de las personas con la que estuve reunido me contó que podría hacer por mí. 

Escuché. 

Me siguió contando qué más podría hacer por mí. 

Escuché más. 

Y luego ya, hablé yo y le conté lo que quería. 

Un buen rato. 



¿Su respuesta?

Isra, eso que propones sería demasiado sencillo. Las cosas no son tan sencillas.



Bueno.

Aquí hay un gran problema.

Yo le escuché a él pero él no me escuchó a mí.



Si me hubiera escuchado, jamás, jamás de los jamás me hubiera respondido algo así.

Porque aunque el tema podría no hacerse tan sencillo como yo quería, nunca me hubiera dicho eso.

Solo con escucharme, lo habría dicho de otra manera

Pero muy poca gente tiene interés en escuchar.



Bien.

Si eres una cotorra no compres mi libro.

Mejor cierra los ojos muy fuerte y dí que mereces vivir en la abundancia por tus santas pelotas. 



Para sacar partido de mi libro solo necesitas hacer una cosa.

Bueno, dos.

Callar.

Y mirar.

Escribo porque me gusta ganar dinero. El libro.