De la frecuencia con la que tenemos que tratar de comunicarnos con nuestra lista.
De eso quiero hablar hoy.
Mira.
Dicen que el tiempo es el olvido.
Se va (o te vas) una pareja y el tiempo lo calma todo.
Para algunos antes, para otros después. Pero lo calma y aparecen nuevas aventuras.
Clavo quita otro clavo o cómo se diga en cada barrio.
El tiempo. El paso. El olvido.
Si tienes un hijo adolescente buen chico al que le ha dejado la novia por el capitán del equipo de rugby sabes que por mucho que duela, se pasará.
Él no lo ve, pero tú, sí. Tienes experiencia.
Olvidará.
Si traemos esto a nuestro mundo resulta que tenemos cientos o miles de impactos publicitarios al día.
Una locura.
Pam,
pam
y pam, pam, pam.
No hay descanso.
Y muchos dicen de mandar pocos emails para no agobiar.
Vale.
A la animadora de equipo que se fue con el capitán de rugby, que es una y la querías, la vas a olvidar pronto.
Y a nosotros, que tenemos un negocio y nuestros potenciales clientes reciben cientos o miles de impactos al día, no nos olvidan aunque les escribamos poco y mal.
No lo pillo.
O estás presente en la vida de la gente o no lo estás.
O te tienen en la cabeza o no te tienen.
Si el paso del tiempo es el olvido debes detener el tiempo y estar todos los días, o te olvidan.
Habrá quien no esté de acuerdo, que piense que el amor, las relaciones, la venta, la vida, el se-xo y beber cervezas son cosas diferentes.
Pero no lo son.
Tú tienes una cabeza.
El que está en frente tiene otra.
Si quieres estar dentro de la cabeza del otro tienes que hacer dos cosas.
No una cosa.
Dos cosas.
Primera cosa: Estar presente.
Segunda cosa: Dibujar claramente en ella.
Ahí entran la emociones.
En mi curso de email marketing te enseño a generar tantas ideas que podrás estar presente en la cabeza de la gente todos los días.
Y saber qué emociones y qué teclas tocar.
Y sobre todo, qué teclas NO, NUNCA, JAMÁS, se deben tocar.
Si te interesa, mira aquí:
Isra Bravo