No encontrar una escala de grises a la hora de entender la venta, me ayudó mucho.
¿A qué me refiero?
Mira.
Todavía hoy, recibo de vez en cuando emails de gente, gente inteligente, gente preparada que me dice que su lista, su nicho o su sector, no está listo para que se les venda a diario.
Que eso no va con ellos.
Sin embargo, aquí no hay matices.
Ese es un error de mentalidad porque todo el mundo, repito, todo el mundo, quiere ser vendido.
¿Que vas a tener bajas?
¿Que vas a recibir emails diciendo que no les escribas todos los putos días?
Sí, ¿y?
¿Paramos el mundo porque a un sensible de la vida le moleste recibir correos?
¿Porque le moleste que le vendan?
¿Porque sienta que te quieres aprovechar de ellos?
¿Porque no les gustes?
¿Porque te desprecien?
¿Te envidien?
¿Te ignoren?
Al infierno.
Al infierno todo. Es tu vida, es tu negocio. Escribes y vendes. Punto.
Tú mandas.
Hay que vender todos los días. Lo demás es complicarse la vida.
Las consecuencias de escribir y vender todos los días son muy claras.
Cada día lo haces mejor.
Cada día vendes más.
(Cada día ofendes a más gente y eso también acaba haciendo mucha gracia).
Es simple. Es así de simple.
No hay que tener un don, ni tener “estrella”, ni amigos, ni miedo a los castigos.
Solo hay que tener constancia.
Ganas.
Y confianza en lo que haces y en lo que ofreces.
Nada más.
Es tan simple como eso.
Pero claro, es más cómodo pensar que son los demás los que no quieren.
Que no quieren que cada día escribas mejor.
Que cada día escribas más rápido.
Que cada día vendas más.
Que cada día tengas un mayor control sobre tu negocio y sobre tu vida.
Porque es eso, exactamente eso, lo que pasa cuando escribes todos los días.
Las cosas dependen de ti.
Parece magia.
Y está al alcance de todos.
Pero solo unos pocos querrán verlo.
Si necesitas ayuda, tengo un curso para que escribas todos los días.
Cada día mejor.
Cada día más.
El dinero va unido a eso, es inevitable.
Isra Bravo