Una vez, en un congreso de esos que montan las empresas grandes, en algún hotel con minibar para que sus empleados beban y se acuesten entre ellos, conocí a una mujer.
Una mujer inteligente y ambiciosa.
Una mujer que me enseñó una cosa importante para vender online.
Mira.
Estaba desesperada por lograr una cita con un rico paleto distribuidor de conservas, con capacidad de hacer un pedido lo suficientemente grande como para cubrir su comisión durante todo un año.
¿Qué hizo para lograr la cita?
¿Decirle que ella solo compraba y vendía “con valores”?
¿Decirle esta cita es para ti si… quieres dejar de procrastinar y empezar a ser libre?
Que va.
Le dijo que le enseñaría qué estaba haciendo la competencia.
Oh
El paleto le preguntó que cómo sabía qué estaba haciendo la competencia.
Y ella le respondió que lo sabía porque llevaba seis meses estudiando cada paso que daban. Que “solo” era estudio. Nada más.
Bien.
La tía, que era muy lista, dividió el informe en dos partes.
La primera parte se la dio en la cita, solo por atenderla.
¿Quieres la segunda parte, paleto? Le dijo ella con otras palabras.
Claro que la quería. Le dejó con tantas ganas de más, que el paleto NECESITABA ese informe. Por encima de todo. Tenía que tener ese informe.
No quería otro informe. Quería ese. Justo ese. Quería exactamente lo que ella tenía. No lo que tenías tú, ni yo, ni cualquier otro vendedor, quería lo que tenía ella.
Finalmente hizo un pedido de 478.500€. Y recibió la otra parte del informe.
Esto, que parece una película de espías, pasa todos los días y es muy fácil de hacer.
No se trata de que hagas eso exactamente, claro. Se trata de saber poner una imagen deseable en la cabeza de alguien. Y luego la imagen de un puente.
¿Y cómo fijamos esas imágenes y las hacemos deseables?
Entre otras cosas, es lo que yo enseño:
Isra Bravo